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lunes, 2 de octubre de 2017

MIRADA DE JESÚS

Hagamos como nuestra Teresita: nunca alejemos nuestra alma de la mirada de Jesús, que nos sana, nos reconstruye, nos trae la paz.


1 de octubre
SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

Ella, tan unida a Jesús, nos enseñe a tener esa disposición, como también nos enseña San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual, en las estrofas 23 y 24:

Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían,
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.

No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.












viernes, 1 de septiembre de 2017

PROFUNDIZANDO EN NUESTRAS RAICES

SAN JUAN DE ÁVILA
Doctor de la Iglesia
Como sabéis, uno de nuestras referencias espirituales es un Doctor de la Iglesia: San Juan de Ávila.

Este año profundizaremos un poco más en este modelo para la Iglesia Universal.

Os presentamos esta pequeña biografía y unos audios que nos pueden ayudar a todos, a cada uno en su estado de vida, a amar más al Señor y responder plenamente a sus planes, si se lo permitimos...


Aquí:..... BREVE BIOGRAFÍA 

Aquí:.... AUDIO (se puede descargar en tu dispositivo electrónico: móvil, tablet, ordenador...)

sábado, 25 de febrero de 2017

TODA UNA VIDA PARA EL SEÑOR

Nuestra querida fundadora, Antonia Colado Plaza, ha cumplido 91 años el pasado 21 de febrero.

Aquí compartimos el encuentro que tuvo con los niños de nuestro Colegio en Alicante.






VER AQUÍ

Y no olvidéis de leer su historia en la pestaña de este mismo blog "NUESTRAS RAÍCES" o pinchar directamente AQUÍ



"MI VIDA PARA TÍ, SEÑOR"

jueves, 9 de febrero de 2017

LA CONFIANZA Y LA HUMILDAD

Aquí tenemos unos enlaces que nos pueden ayudar a encontrar la paz del alma, a dejar todo el peso de nuestra vida en Dios.



Y si tienes deseos de escuchar algo que también ayuda, aquí te pongo un vídeo, con una canción basada en unos escritos de San Pío di Pietrelcina (Padre Pío).  Pincha en el siguiente enlace:









viernes, 3 de febrero de 2017

PARA EL MUNDO DE HOY

Creciendo junto al Corazón de Jesús
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, lejos de ser algo del pasado, es esencial para tener una vida cristiana auténtica, porque vivida en verdad, nos lleva a profundizar cada vez más en el Amor que Dios nos tiene a cada uno personalmente, con nuestra historia, nuestras alegrías, tristezas y miserias, con nuestros nombres y apellidos.
 
Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el Número 478:
"Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2,20). Nos ha amado a todos con un Corazón humano. Por esta razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, "es considerado como el principal indicador y símbolo del Amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres"."
 
Son muchos los Papas y documentos que recomendiendan vivamente esta devoción Vamos a mencionar solamente estos, por el momento:
Papa Pio XI: QUAS PRIMAS
Papa Pío XII: HAURIETIS AQUAS
Papa San Juan XXIII: Mensaje Primer Congreso del Sagrado Corazón de Jesús
San Juan Pablo II: Tiene muchísimas intervenciones y catequesis. Aquí una. ANGELUS del 10/9/89
Benedicto XVI: Carta al Prepósito General de la Compañía de Jesús
Papa Francisco: ÁNGELUS 9/6/2013


Catecismo de la Iglesia Católica: 2669 La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados. La oración cristiana practica el Vía Crucis siguiendo al Salvador. Las estaciones desde el Pretorio, al Gólgota y al Sepulcro jalonan el recorrido de Jesús que con su santa Cruz nos redimió.


Y muchos documentos e intervenciones más.




También ejemplos de muchísimos santos, menciono sólo algunos:
Santa Margarita María de Alacoque
San Claudio de la Colombiere
Santa Teresita del Niño Jesús
Santo Padre Pío
San Francisco de Sales
Santa Bernardita Soubirous (vidente de Lourdes)
Santa Juana Francisca de Chantal
Beata Alejandrina
San Juan Eudes
Y tantos más, la lista sería muy larga.


Te toca a ti investigar la vida de los santos, para que veas cómo te pueden ayudar a comprender el amor de Dios, manifestado en la carne.



 
Parte de esta Devoción y muy querida para el pueblo, es la celebración de los Primeros Viernes.
 
Aquí os dejo un enlace en el que podréis saber un poco más, pero, sobre todo, animaros también a practicarla. Veréis cómo en breve vuestras familias sentirán la bendición sobreabundante del Amor de Dios.
 
 
Que este Corazón tan bondadoso y amoroso nos llene de fuerza para empezar cada labor, cada propósito, cada cambio que anhelamos realizar; pero sobre todo que nos acerque mas a El para conocerle, servirle y amarle mejor y tener la vida plena que Él desea concedernos.

martes, 24 de enero de 2017

HOY: 49 AÑOS

Acontecimiento importante para Ignis Ardens el que conmemoramos el 24 de enero, ya que se cumple casi medio siglo desde la llegada de Antonia Colado Plaza a Alicante, donde inició toda la  labor apostólica que conocemos.



De nuevo hoy nos recuerda el Señor que se hizo presente en nuestras vidas con la llegada de Antonia a esta diócesis hace 49 años. ¡Todo un don de Dios!


Os invitamos a releer un poquito la historia en la pestaña "NUESTRAS RAÍCES" para comprobar, una vez más, que... "el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres" (Salmo 125).


Y como en las cosas de Dios, no existen las "casualidades", sino las "Jesualidades", como dice un conocido nuestro, es curioso que también el 24 de enero, se celebre a otro gran santo como San Ildefonso: SAN FRANCISCO DE SALES, que promovió tanto la santidad en todos los estados de vida, al igual que Antonia, no sólo en el estado religioso o sacerdotal, sino entre los laicos, las familias, todas las profesiones, como podemos comprobar leyendo uno de sus libros: INTRODUCCIÓN A LA VIDA DEVOTA.

Aquí compartimos unos párrafos de este precioso libro que no debéis pasar mucho tiempo sin leer, del que también tenía conocimiento nuestra fundadora:

Dice San Francisco de Sales:
"Donde quiera que estemos, podemos y tenemos que aspirar a una vida perfecta."

"En la creación, manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una según su especie; de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas de la Iglesia, les manda que produzcan frutos de devoción, cada uno según su condición y estado".




Si queréis descargar el libro en vuestros dispositivos, probad con este enlace: 

Descarga:  LIBRO VIDA DEVOTA


sábado, 7 de enero de 2017

HABITAR EN EL AMOR


Mañana, Domingo, celebraremos el Bautismo del Señor, con el cual cerramos el Tiempo Litúrgico de la Navidad.  Y el lunes, comenzaremos el Tiempo Ordinario.

El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario.

Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere.

Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas.

Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos.

¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto!

El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!


Cristo, déjanos acompañarte durante este Tiempo Ordinario, para que aprendamos de ti a cómo comportarnos con tu Padre, con los demás, con los acontecimientos prósperos o adversos de la vida. Vamos contigo, ¿a quién temeremos? Queremos ser santos para santificar y elevar a nuestro mundo

(Texto gentileza de P. Jordi Rivero, LC - Catholic.net)





Y ahora, para culminar este precioso tiempo de Navidad, os invito a gozar de este escrito de otro de nuestros santos patronos: San Rafael Arnaiz, que nos invita a HABITAR EN EL AMOR, a poner todo nuestro corazón en agradar a SÓLO DIOS y encontrar en Él NUESTRA VIDA.  De sus apuntes espirituales:


MI CENTRO ES DIOS
 1 de enero de 1938 – sábado
 
En la oración de esta mañana he hecho un voto. He hecho el voto de amar siempre a Jesús.
Me he dado cuenta de mi vocación. No soy religioso…, no soy seglar…, no soy nada… Bendito Dios, no soy nada más que un alma enamorada de Cristo. Él no quiere más que mi amor, y lo quiere desprendido de todo y de todos.
Virgen María, ayúdame a cumplir mi voto.
Amar a Jesús, en todo, por todo y siempre… Sólo amor. Amor humilde, generoso, desprendido, mortificado, en silencio… Que mi vida no sea más que un acto de amor.
Bien veo que la voluntad de Dios, es que no haga los votos religiosos, ni seguir la Regla de san Benito. ¿He de querer yo lo que no quiere Dios?
Jesús me manda una enfermedad incurable; es su voluntad que humille mi soberbia ante las miserias de mi carne. Dios me envía la enfermedad. ¿No he de amar todo lo que Jesús me envíe?
Beso con inmenso cariño la mano bendita de Dios que da la salud cuando quiere, y la quita cuando le place.
Decía Job, que pues recibimos con alegría los bienes de Dios, ¿por qué no hemos de recibir así los males? ¿Mas acaso todo eso me impide amarle?… No…, con locura debo hacerlo.
Vida de amor, he aquí mi Regla…, mi voto… He aquí la única razón de vivir.
Empieza el año 1938. ¿Qué me prepara Dios en él? No lo sé… ¿Quizás no me importe?… Menos ofenderle me da lo mismo todo… Soy de Dios, que haga conmigo lo que quiera. Yo hoy le ofrezco un nuevo año, en el que no quiero que reine más que una vida de sacrificio, de abnegación, de desprendimiento, y guiada solamente por el amor a Jesús…, por un amor muy grande y muy puro.
Quisiera mi Señor, amarte como nadie. Quisiera pasar esta vida, tocando el suelo solamente con los pies. Sin detenerme a mirar tanta miseria, sin detenerme en ninguna criatura. Con el corazón abrasado en amor divino y mantenido de esperanza.
Quisiera Señor, mirar solamente al cielo, donde Tú me esperas, donde está María, donde están los santos y los ángeles, bendiciéndote por una eternidad, y pasaron por el mundo solamente amando tu ley y observando tus divinos preceptos.
¡Ah!, Señor, cuánto quisiera amarte. ¡Ayúdame, Madre mía!.
He de amar la soledad, pues Dios en ella me pone.
He de obedecer a ciegas, pues Dios es el que me ordena.
He de mortificar continuamente mis sentidos.
He de tener paciencia en la vida de comunidad.
He de ejercitarme en la humildad.
He de hacer todo por Dios y por María

domingo, 11 de diciembre de 2016

ADVIENTO CON LOS SANTOS III

Estamos en el Tercer Domingo de Adviento, llamado "GAUDETE".

Si quieres saber por qué se lo denomina así, te invito a que leas en el siguiente enlace: DOMINGO GAUDETE

De todos modos, para continuar con lo que habíamos prometido, tienes aquí otro texto de cómo vivían los santos este tiempo de Adviento.

Hoy tenemos al querido HERMANO RAFAEL (San Rafael Arnáiz Barón).
El Hermano Rafael nos ayuda a vivir el Adviento encendidos en el amor a Dios. Vemos que esa es la actitud del alma enamorada: AMOR IMPACIENTE, DESEO ARDIENTE DE QUE LLEGUE EL SEÑOR, HUMILDAD CONFIADA EN SU VENIDA, ANSIAS DE ENTREGA TOTAL, DESPRENDIMIENTO DE TODO POR AMOR A DIOS.


Carta a su tía María, Duquesa de Maqueda desde Oviedo, 4 de diciembre de 1935 (tenía 24 años).

“El día 8, si Dios quiere, renovaremos nuestro ofrecimiento al Señor de todo lo que somos…, de todo lo que tenemos… Le volveremos a ofrecer las flores del camino…
Te mando este dibujo que he hecho yo para que te acuerdes… No vale nada, no está todo lo bien que yo quisiera…, pero es el resumen de toda esta temporada; para mi por lo menos… Sigamos adelante, sin mirar a los lados, desnudos de todo y sin mirarnos a nosotros mismos. Con los ojos fijos en la Cruz… Es tan corto el camino, ¿no te parece? Qué más da todo.
Si, hermanilla, sí, démonos prisa a ser santos; estemos preparados para cuando llegue el Esposo, tengamos encendidas nuestras lámparas… No nos ocupemos de más…
La ermita que yo le preparo a Jesús, no sé qué tal será, pero te aseguro que es con un amor impaciente… ¡Cuánto tarda en llegar mi Jesús…! Qué larga es la espera… Pero, qué dulce es el esperar al que ama de veras ¿Verdad?
Qué consuelo tan grande, Señor, cuánto te quiero, y cuánto me quieres Tú… Qué vergüenza el temor a todo lo que represente sacrificio, cuando Tú, Señor, viniste al mundo desnudo, con frío, desamparado y perseguido; qué vergüenza… Y yo, en cambio… Cuánto te quiero, Señor, estas Navidades no sabré qué decirte, no podré… Tendré que callarme.
Hermanilla, ¿de veras que le vamos a recibir bien? Mira, es capaz de venir solamente por nosotros, de tanto que nos quiere… Qué bueno es Jesús… Qué pena, el mundo no lo sabe. ¿Vamos a poner nosotros todo el amor que el mundo no le tiene?… Vamos a pedírselo así a María… Vamos a ayudar a la Virgen en el Portalico…
¡Ah!, hermanilla, cuántas cosas podemos hacer, qué sosos somos, qué pobrecillos… Qué ansias tan grandes para lo pequeños que somos… Dios…, Jesús, María, ¿sabemos lo que decimos?…, no. Tenemos una idea solamente, ni amar un poco sabemos. Qué pobrecillos somos.

Imagen de 
http://rafaelarnaiz.blogspot.com.es/2009_11_01_archive.html
Jesús pequeño…, Jesús Niño, ¡Cuánto te quiero! Permíteme estar estas Navidades arrimado a una esquinita del Portal. Allí, callado, sin ruido ni de zambombas ni panderetas; cantándote unos villancicos muy dulces y muy tiernos dentro de mi pobre corazón lleno de llagas y de miserias…, ,pero Tú lo vas a arreglar en este tiempo de Adviento… Ya verás, Jesús, qué bueno voy a ser…, ,sin que el mundo se entere, te voy a querer mucho más….

Quisiera quitarte los guijarros y el barro que han de pisar tus divinos pies… Quisiera hallaras en mí lo que no hallas en medio de los hombres que te ofenden, con sus pecados, que no te conocen…, que los llamas y no te oyen… Quisiera que el Portal fuese mi corazón… Qué locura, Señor, perdóname… Déjame solamente estar en un rinconcito…, pues no sé lo que me digo, no sé lo que te pido… ¡Quisiera amarte tanto!"





viernes, 9 de diciembre de 2016

ADVIENTO CON LOS SANTOS II



Estamos casi mediando la Segunda Semana de Adviento.

Ayer celebrábamos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, nuestra Madre. Hemos querido compartir contigo unas preciosas meditaciones que el Señor y la Virgen nos han regalado durante la Novena en las que se iban desgranando frase a frase el Cántico de la Virgen, el Magnificat (puedes escuchar los audios en la entrada anterior).

Hoy vamos a pedirle a Santa Teresa que nos ayude en este Adviento, aunque lo que ella tiene que decirnos nos sirve para toda la vida.

Ella nos invita a:

TRABAJAR, DETERMINARSE Y DISPONERSE
"Toda la pretensión de quien comienza a hacer oración -y no olvide esto, que es muy importante- ha de ser trabajar y determinarse y disponer con todo el ingenio y solicitud que pueda, que su voluntad se conforme con la de Dios; y estad muy ciertos de que en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente tuviere esto, más recibirá del Señor y más adelantado está en este camino; no penséis que hay aquí más complicaciones ni cosas abstractas y rebuscadas, que en esto consiste todo bien. Pues si erramos ya en el comienzo queriendo en seguida que el Señor haga nuestra voluntad y que nos lleve por donde imaginamos, ¿qué firmeza tendrá este edificio?" (II M 1, 8).

VÍDEO: SÓLO DIOS BASTA




domingo, 27 de noviembre de 2016

EL ADVIENTO CON LOS SANTOS: TERESITA DE LISIEUX

Habrás ya descubierto, paseando por nuestro blog, que uno de nuestros santos patronos es la entrañable Santa Teresita del Niño Jesús.

ALIMENTAR EL DESEO DE DIOS
¿Qué nos puede enseñar ella acerca del Adviento?

Podemos tomar nuestra propia vida como un camino de Adviento en el que mantenemos vivo el deseo de que venga el Señor y estemos con Él para poder contemplar Su Rostro cara a cara, con la confianza de un niño en los brazos de su Padre, que sabe que, aún haciendo muchas travesuras, no deja de ser amado con todo su ser. 
Leamos el siguiente texto de nuestra querida Teresita de Lisieux:
"Usted, Madre, sabe bien que yo siempre he deseado ser santa. Pero, ¡ay!, cuando me comparo con los santos, siempre constato que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaña cuya cumbre se pierde en el cielo y el oscuro grano que los caminantes pisan al andar. Pero en vez de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no puede inspirar deseos irrealizables (4); por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Agrandarme es imposible; tendré que soportarme tal cual soy, con todas mis imperfecciones. Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo".

Teresita nos enseña que, para contemplar el Rostro de Dios, con el cual quedaremos radiantes, tenemos que tener la audacia que nace de la humildad: reconocer y aceptar lo que somos: unos niños pequeños, débiles, pobres, que no podemos nada por nosotros mismos y así, arrojarnos con confianza a Sus amorosos brazos.  

 "Soy un alma muy pequeña, que sólo puede ofrecer cosas muy pequeñas a Nuestro Señor".

Lo mismo vemos en el Buen Ladrón, que fijando su mirada en los ojos de Jesús, se atrevió humildemente a pedirle que lo recibiera en su Reino. Sabemos la respuesta del Señor. Podemos esperar la misma respuesta de amor en cada confesión y en cada Eucaristía, que en este Adviento prepararemos con mucho amor, donde encontramos a Jesús que nos perdona, nos alimenta y nos ama y desea tenernos en Su Reino.

"El abandono, sólo el abandono a tus brazos me entrega, ¡Oh Jesús mío!, y es el que me hace vivir con la vida de tus elegidos. A tí, Divino Esposo, me abandono, y no quiero nada más en la vida que tu dulce mirada".


TE AMO, CRÉELO
Hoy te invito a que, en tu momento de oración, hagas como Teresita y como el Buen Ladrón. Atrévete a mirar a Jesús a los ojos y comprenderás con cuánto amor está esperando que confíes en Él.


Una vez que contemples los ojos de Jesús, ya no podrás dudar de Él, aunque tengas el alma como escarlata, como le decía Él a Santa Faustina Kowalska.


Resumiendo. Teresita nos enseña a mirar a Jesús y mirándolo, avivar nuestra confianza y nuestro deseo de que venga a nuestra vida. Eso es el Adviento.



ORACIÓN COLECTA PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO:

"Dios Todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el DESEO DE SALIR AL ENCUENTRO DE CRISTO, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo..."

Si quieres leer más de Santa Teresita, visita este enlace: BIOGRAFIA


HERALDOS DEL AMOR


LA FAMILIA: ESCUELA DE AMOR A DIOS
La santidad no es otra cosa que vivir en su plenitud de amor la vida divina que el Señor sembró en nuestras almas el día de nuestro Santo Bautismo.

Desde entonces somos hijos de Dios y esta semilla de amor, debe crecer día a día, cultivándola con nuestra colaboración (correspondencia y fidelidad a la Gracia), la vivencia plena de la vida sacramental, la oración, la abnegación (nuestro propio esfuerzo), cumplimiento perfecto de los deberes de nuestro estado y quien vive así, llega a esa felicidad a la cual ha sido llamado: la unión de amor con Dios. Eso es hacer la voluntad de Dios. Eso es la santidad: un sólo corazón: Dios y el alma.

No importa la vocación a la cual ha sido llamada cada alma: puede ser al sacerdocio, a la vida consagrada en cualquiera de sus formas, o a la vida matrimonial: todos tenemos este mismo llamamiento al Amor.

Un ejemplo de ello, lo encontramos en los recientemente canonizados, Luis Martín  y Celia Guerín, padres de Santa Teresita. Ellos han sido propuestos como modelo de familia cristiana.

Si quieres conocer un poco más de esta admirable familia, puedes leer en el siguiente enlace: SANTOS LUIS Y CELIA MARTIN

 

viernes, 25 de noviembre de 2016

DESPUÉS DE LA VIRGEN...



SAN JOSÉ, EL MAYOR DE LOS SANTOS



Que tu mirada protectora,
esté siempre sobre nosotros.
San José es el mayor de los santos después de María. Esta doctrina está hoy generalmente aceptada. León XIII, en la Encíclica Quamquam plures ([1]), escrita para declarar a San José patrono de la Iglesia universal, dice: "Como San José estuvo unido a la Santísima Virgen por el vínculo conyugal, no cabe la menor duda que se aproxima más que persona alguna a la dignidad sobreeminente por la que la Madre de Dios sobrepasa de tal manera a las naturalezas creadas … ; si, pues, Dios le dio por esposo a José, ciertamente no sólo se lo dio como ayuda en la vida, sino que también le hizo participar, por el vínculo matrimonial, en la eminente dignidad que Esta había recibido".

Juan XXIII, en el año 1962 ([2]), enseña: «San José, ilustre descendiente de David, luz de los Patriarcas, esposo de la Madre de Dios, guardián de su virginidad, padre nutricio del Hijo de Dios, vigilante defensor de Cristo, Jefe de la Sagrada Familia; fue justísimo, castísimo, prudentísimo, fortísimo, muy obediente, fidelísimo, espejo de paciencia, amante de la pobreza, modelo de obreros, honor de la vida doméstica, guardián de las vírgenes, sostén de las familias, consolación de los desgraciados, esperanza de los enfermos, patrono de los moribundos, terror de los demonios, protector de la Iglesia Santa. Nadie es tan grande después de la Virgen María».

La razón de esta preminencia está en la plenitud de gracia recibida por San José, proporcionada a su misión de padre nutricio de Jesús, puesto que fue directa e inmediatamente elegido por el mismo Dios para esta misión única en el mundo. La misión de San José, en efecto, supera el orden mismo de la gracia y linda con el orden hipostático constituido por el misterio mismo de la Encarnación.
«La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado. Por eso, desde hace muchos años, me gusta invocarle con el título entrañable: Nuestro Padre y Señor» ([3]). Las virtudes de San José señaladas por Juan XXIII son un espléndido modelo propuesto para nuestra imitación. "Nuestro Padre y Señor San José es Maestro de la vida interior.-Ponte bajo su patrocinio y sentirás la eficacia de su poder" ([4]).
La duda de san José
Parece que, después de la Anunciación, la Virgen Madre, guardó para sí el gran misterio que había acontecido en Ella, la Encarnación del Verbo. Ni había palabras para expresarlo ni parece que el Señor quisiera que lo revelara por sí misma, ni siquiera a San José. No obstante, Isabel fue informada del misterio por el Espíritu Santo, como se deduce de la escena de la Visitación. ¿Habían hablado previamente de ello María y José? ¿Acompañó José a María en la visita a Isabel? ¿Había tenido lugar ya la revelación del Ángel a José? Los textos evangélicos dejan todas las respuestas abiertas.
Las traducciones que han llegado hasta nosotros no facilitan la intelección de los sentimientos y actitudes de José: «El origen de Jesucristo fue así: Desposada su madre María con José, antes de que convivieran resultó que había concebido del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo (dikaios) y no quería denunciarla (deigmatisai), pensó repudiarla (apolusai) en secreto”.(Mt 1,19).
Es muy difícil creer que José – que era muy santo y estaba sin duda dotado del don de sabiduría, así como los demás del Espíritu Santo, más que cualquier otro salvo la Virgen Santa -, conociendo como conocía a María, se le ocurriese pensar en alguna especie de infidelidad. Lo más razonable es pensar que José recordase la profecía de Isaías sobre la virgen que había de concebir al Enmanuel. Es lo más seguro que de algún modo se diera cuenta de que un gran misterio divino había acontecido en María, aunque no sospechara quizá la divinidad del niño que la Virgen llevaba en su seno. Pero el Mesías estaba anunciado para aquellos tiempos. La duda de José no era sobre la inocencia de María, sino sobre su papel y situación en aquel misterio. En este sentido se han pronunciado una parte de los Padres y santos doctores de la Iglesia (no todos, por lo que vamos a ver a continuación).
Afortunadamente, los análisis filológicos y la más reciente exégesis bíblica parecen haber resuelto el difícil texto de Mt 1, 19, traducido de modos muy diversos, afectando, como es lógico, a la comprensión en diversos sentidos de la actitud de José ante el misterio de la concepción de Jesús. Mt 1, 19 contiene tres palabras de difícil traducción: 1) dikaios, 2) deigmatizô, 3) apoluô.
Vistas las diversas interpretaciones nos parece la más sólida y congruente la que se resume seguidamente.
1 ) Hoy está claro que dikaios se traduce por “justo”
-No en el sentido de ser simplemente riguroso observante de la Ley judía, que favorecería la interpretación según la cual José hubiera pensado que su esposa – según la Ley – había de ser denunciada y lapidada.
-Tampoco es exacto traducir dikaios simplemente por “bueno” o “de buen corazón”. Como José era “de buen corazón” decidiría “repudiar” (apolusai) en secreto a María, para evitar la lapidación que mandaba la Ley. Esta no puede ser buena traducción puesto que dikaios nunca ha significada “bueno” o “persona de buen corazón”; el griego dispone de otros términos para expresar ese sentido ([5] ).
-Lo más razonable es traducir dikaios por “justo” en el sentido de un respeto total por la voluntad de Dios y por su acción en nuestra existencia. Se puede resumir así: «En el lenguaje hebreo, justo quiere decir piadoso, servidor irreprochable de Dios, cumplidor de la voluntad divina; otras veces significa bueno y caritativo con el prójimo. En una palabra, el justo es el que ama a Dios y demuestra ese amor, cumpliendo sus mandamientos y orientando toda su vida en servicio de sus hermanos, los demás hombres ([6])
2 ) El verbo deigmatizô es muy raro en griego y quizá por eso se ha traducido e interpretado de formas muy diversas. Es más usual el verbo compuesto – no sinónimo de aquél – paradeigmatizô, que tiene el sentido peyorativo de “exponer a la afrenta”, “exponer las injurias”. Pero esta resonancia negativa no se incluye necesariamente en el verbo sencillo (deigmatizô). Éste puede significar simplemente “dar a conocer”, “sacar a luz”, “revelar”, “hacer visible”, “manifestar” sin resonancia negativa alguna. Será negativa o no según lo que se “saque a relucir”. Lo que se “revela” puede ser bueno o malo, edificante o vergonzoso.
3) El verbo “luô”, del que deriva el término “apoluô”, utilizado en Mt 1, 19, puede significar “despedir”, y especialmente se dice en el sentido de “deshacer, romper el vínculo del matrimonio”. Por eso, según ciertos autores, podría significar “repudiar”, “divorciar”. Pero también puede significar simplemente “dejar libre”, “dejar ir”.
En consecuencia, puede ser perfectamente correcta la traducción:


«José, su esposo, como fuese justo y no quisiese revelar (el misterio de María), resolvió separarse de ella secretamente» [7]

Es muy congruente esta interpretación técnicamente irreprochable, puesto que siendo José santo, era prudente. No se le ocurrió acusar de delito alguna a su esposa, ni tampoco “repudiarla”. El divorcio era un acto público, ante testigos, y aquí el verbo va acompañado por el adverbio “secretamente”. No tendría mucho sentido. Lo que decide en conciencia es lo más costoso para él: “abandonarla”, “separarse” de Ella secretamente.
Queda explicar por qué. La respuesta se encuentra en la línea de aquellos Padres de los que se hace eco Santo Tomás de Aquino:


«José quiso abandonar a María no porque tuviese ninguna sospecha sobre ella, sino porque, debido a su humildad, temía vivir unido a tanta santidad; por eso después le dijo el ángel: no temas» [8]

Es muy comprensible que José, ante la inmensidad del misterio de la maternidad virginal de María, pensase que él había errado el camino al desposarse con la Virgen anunciada por los profetas. La única salida, aunque durísima para él, era la “secreta”. De este modo, Dios podría llevar a cabo los planes sobre María sin el “estorbo” que José erróneamente se consideraba.

El Ángel no sólo le confirma que lo sucedido en su Esposa es obra divina, sino que le comunica que él tiene también una misión en el misterio: poner el nombre a Jesús, lo cual significa, en el modo de hablar bíblico, que iba a ser el padre de Jesús según la ley.
La paternidad de san José
Ahora bien, ¿la paternidad de José fue meramente legal? Evidentemente fue mucho más que “legal”, “putativa” o “adoptiva”. Juan Pablo II dice que en José «se reflejó más plenamente que en todos los padres terrenos la paternidad de Dios mismo» ([9]). Con sobria y densa elocuencia, nos lo había presentado san Mateo al decir: «José, esposo de María, de la cual nació Cristo» (Mt 1, 16) «Virum praedestinatum Maríae», dice San Ireneo [10]. Es el mismo Padre Dios quien elige para su Unigénito un padre humano virgen. José, obviamente, no es padre como la Virgen es Madre. Pero lo es en un sentido muy real y profundo, espiritual. «¿Cómo era padre José? – se pregunta San Agustín -. Tanto más profundamente padre, cuanto más casta fue su paternidad» Y añade: «A José no sólo se le debe el nombre de padre, sino que se le debe más que a otro alguno» ([11]).
Salvada la virginidad, el Padre Dios otorga a José todo lo que constituye a un hombre como padre: la cabeza y la responsabilidad, pero ante todo, lo que le da el Creador de los corazones [12] es un corazón a la medida del Hijo de Dios y de su Madre María ([13]).
En el Evangelio José aparece siempre como padre y cabeza de la Sagrada Familia. Impone el nombre a Jesús, recibe las órdenes del Ángel. «Veneramos a José – dice Juan Pablo II -, que construyó la casa familiar en la tierra al Verbo Eterno, así como María le había dado el cuerpo humano. ‘El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’» ([14]). Al extremo que el Unigénito del Padre “le estaba sujeto”.
Prerrogativas de san José
José ha sido llamado por los clásicos castellanos “criador del Creador”, “providencia de la Providencia”, “Cuna que a Dios mece”, “Brasero de amor que le calienta”, “Cama blanda donde se adormece”, “Árbol donde Dios se arrima y regocija”, “Árbol que con su buena sombra a Dios cobija”, “Redemptor de Jesús, liberador y salvador” (recordemos la huida a Egipto), “Descanso de Jesús y María”, “Dulce refrigerio de Jesús y María”, “Ángel de la guarda (de Jesús y María)”, “Don de Dios”, “Viceparáclito”…
Valga como resumen intuitivo de la dignidad de José (solo superada por la Madre de Dios) este párrafo de un autor espiritual: “Los reyes de la tierra han de inclinarse en su presencia porque él es más rey que todos ellos, puesto que gobierna al Rey de los reyes, rige la Sagrada Familia y manda al Rey del mundo. ¡Qué grande es el reino interior de Nazaret! Tiene algo de infinito (…) Rigiendo a Jesús, rige en cierto modo toda la naturaleza creada, resumida en la humanidad de Nuestro Señor (…) Es, realmente, una maravilla que José reine sobre unos seres tan superiores como Jesús y María, quienes le aventajan respectivamente según un grado infinito y según un grado que no se puede concebir. Reverenciemos las maravillas del buen Dios y no olvidemos que, habiendo sido José tan honrado por Dios, es de razón que nosotros le rindamos también un alto tributo de honor” ([15])
La institución de una fiesta litúrgica específicamente dedicada a San José acontece en 1476, por Sixto IV; Inocencio VIII (1486) la eleva a mayor categoría. Gregorio XV, en 1621 la declara obligatoria para todo el orbe católico. En 1870, el Concilio Vaticano I, se plantea la proclamación de San José como «primero y principal patrono de la Iglesia universal»; el documento no puede ser firmado. Pío IX, el Papa que había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción, reconoce el título el 8 de diciembre de 1871.
Juan Pablo II ha dedicado a San José una Exhortación Apostólica, Redemptoris custos ([16]), en la que recoge la tradición patrística y teológica sobre San José, abriendo horizontes de estudio y meditación sobre la figura de este santo, que está, en la escala que baja del Cielo, inmediato a María, por encima de los Ángeles.
[1] LEON XIII, Encíclica Quamquam plures, del año 1899.
[2] JUAN XXIII, Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos del año 1962, por el que se incluía el nombre de San José en el Canon de la Misa.
[3] BEATO JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 39
[4] Camino, 560
[5] Cfr. IGNACIO DE LA POTTERIE, María en el misterio de la Alianza, BAC, Madrid 1993, pp 70-71.
[6] Es Cristo que pasa, 40
[7] IGNACIO DE LA POTTERIE, María en el misterio de la Alianza, BAC, Madrid 1993, p. 69.
[8] SANTO TOMAS DE AQUINO, In IV Sent. 30, 2, 2.
[9] JUAN PABLO II, Homilía al pueblo de Terni (19-lII-1981).
[10] «La existencia de un verdadero matrimonio entre la Santísima Virgen y San José viene afirmada por el Magisterio de la Iglesia. El papa León Xlll enseñaba: «Pero sin embargo, ya que medió un vínculo matrimonial de San José con la Santísima Virgen… Ahora bien, si Dios le dió un esposo a la Virgen, no fue sólo para darle una compañera en su vida, testigo de su virginidad, y defensora de su honestidad, sino también para hacerlo participe de su excelsa dignidad en virtud del compromiso conyugal), (Encíclica Quamquam pluries, 15-VIII-1889, ASS 22,66). Este magisterio se apoya principalmente en el pasaje evangélico en que María es presentada como esposa y José es llamado su esposo (Mt 1,16-20). Por su parte los santos Padres, al referirse al matrimonio entre María y José, ponen de relieve la providencia y sabiduría divinas al disponer que Jesucristo naciera virginalmente de una Madre desposada» Javier Ibáñez – Fernando Mendoza, María, Madre del Redentor, pp. 4O-52). Juan Pablo II, en Redemptoris custos, 7, indica el fundamento de la paternidad de José en el verdadero matrimonio con María. Respecto a éste, ver RC, 8 y 18
[11] SAN AGUSTIN, Sermo 51, 20. Los Padres que han tratado con mayor profundidad teológica a San José son san Agustín, san Hilario, san Jorónimo, san Cirilo, san Juan crisóstomo, san Juan Damasceno y san Bernardo.
[12] Salmo 32, 15.
[13] JUAN PABLO II, RC, 8
[14] JUAN PABLO II, Homilía al pueblo de Terni (19-lII-1981).
[15] R. BERINGUER, San José, Barcelona 1932, p. 2.
[16] JUAN PABLO II, Exhor. Apost. Redemptoris custos, 15-VIII-1989.









(Texto íntegro del capítulo VIII del libro de Antonio Orozco, Madre de Dios y Madre nuestra. Introducción a la Mariología, Ediciones Rialp, Madrid, 1ª edición 1996).