lunes, 20 de julio de 2015

DONDE HAY UN CONSAGRADO, HAY ALEGRÍA.

Antonia, nuestra fundadora, conmigo
Me gustaría empezar mi testimonio con unas palabras del Papa Francisco, en este año dedicado a la Vida Consagrada:

“Quería deciros una palabra, y la palabra era alegría. Siempre, donde están los consagrados, siempre hay alegría.(…)

Y esta alegría… ¿de dónde viene?  De sentirnos amados por Dios (…).

“¡Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo!” Jesús a cada uno de nosotros nos dice esto.

 ¡De ahí nace la alegría! La alegría del momento en el que Jesús me ha mirado. ”

Y lo sorprendente es que cada año que pasa va aumentado y creciendo esta alegría.

Llevo 23 años consagrada a Dios en el Instituto Secular Ignis Ardens.

¿Pero qué es un Instituto Secular? Es una nueva forma de consagración a Dios, con el reto de unir consagración y secularidad, es decir, vivir en el mundo y tener a la vez una unión íntima con el Señor.

Nos decía el Papa a los Institutos Seculares: “Estáis en el corazón del mundo, con el corazón de Dios”.

¿Y de quién se valió Dios para fijarse en mí? De una mujer sencilla y valiente; con un gran amor a  Dios y un ardiente celo apostólico. Esa mujer es Antonia Colado Plaza. Nació en Porzuna (Ciudad Real). Reside en Alicante.  Está  cerca de cumplir los 89 años de edad.

El nombre de nuestro Instituto es Ignis Ardens… ¿y qué significa? Fuego Ardiente.

El Fuego del Espíritu Santo, para dejarnos llenar del amor de Dios y encender, con ese Fuego Ardiente, otros corazones.

¿Y cómo el Señor me llamó? ¿Sabéis gracias a quién?

Mi vida consagrada se la debo a la Virgen María.

Con palabras de Benedicto XVI, quiero recordar mi historia (y todos tenemos la nuestra), no para mirarla con nostalgia, sino con fuerza; para construir el presente, mirando hacia el futuro de Dios que siempre es sorprendente.

Y es que el Espíritu Santo nos impulsa para hacer en cada uno de nosotros cosas grandes.

Desde niña mi amistad con Jesús y la Virgen María iba creciendo. Me gustaba hablar con Ellos antes de acostarme y así me dormía. Recuerdo el mes de mayo en el colegio, ver a los mayores y ancianos en Misa; me fijaba en cómo rezaban, en la fe que tenían. Era algo que me sorprendía y llamaba mi atención.

Esa niña fue creciendo en un ambiente de alegría y amor en casa. Doy gracias a Dios por mis padres, porque con su ejemplo, me han enseñado a amar a los demás. 

Llegó la adolescencia, la juventud. Iba haciendo buenos amigos, amistades estupendas, que incluso perduran hoy día.

Comencé mis estudios universitarios y me fui a estudiar Magisterio a Murcia, pues me gustaban mucho los niños; y  me alojé en una residencia femenina, en un colegio menor.

En esos años salía con un chico, tenía novio,  y juntos soñábamos con formar una familia, compartir nuestra vida. Pero el Señor tenía otro plan para mí. La Virgen María seguía marcando mi camino.

En la residencia  donde vivía me empecé a fijar en una joven que siempre que me veía me sonreía. Empezamos a hacernos amigas. Me llamaba la atención su alegría. También recuerdo pequeños detalles de ella, por ejemplo, se comía toda la comida; no se dejaba nada en el plato.

Un día me invitó a ir a Alicante a conocer a sus amigas consagradas. “Venid y lo veréis”.  (Fui y vi)

Allí conocí a Antonia, a nuestra fundadora, y a las consagradas que vivían junto a ella.

De cada una me llamaba la atención la alegría, la sencillez, la entrega…

Comparaba mi vida, el salir, lo que hacía… y no me llenaba nada.

Mis padres día a día, con mucha honradez y trabajo, construyeron una gran fábrica. En aquel momento, de las más importantes del pueblo. Tenían sus ojos en mí para que siguiera sus pasos y la continuara.

Y en el año 1991, en el puente de la Inmaculada, el Señor me invitó a dejar las redes en la orilla y me fui a vivir con la comunidad de Ignis Ardens, cogida de la mano de María.

Para terminar, quiero pediros algo a todos, como hace el Papa Francisco. Que recéis por mí, por nosotras, por Ignis Ardens, para que ese Fuego Ardiente no se apague nunca. 

Muchas gracias.

Paqui Cutillas