jueves, 25 de diciembre de 2014

LECCION DE VIDA

Esta poesía preciosa escrita por José María Pemán es repetida frecuentemente por nuestra fundadora, Antonia Colado Plaza que tiene, actualmente 88 años. Queremos hacerla nuestra y esperamos, con la Gracia de Dios, poder decir lo mismo que ella al final de nuestra vida:



LECCIÓN DE VIDA

    Ya es tiempo de sementera,
    y en los surcos de la arada
    se escucha ya la totada
    que ayer se escuchó en la era.

    Que este anhelo de poesía
    de mi ser, que no se harta
    jamás de luz y armonía
    Dios se la dio al alma mía
    para que yo la reparta.

    Por eso busco los modos
    de cantar en mis poesías
    pasiones, que siendo mías,
    son las pasiones de todos.

    Y quisiera conseguir
    hacer a todos sentir
    un mismo anhelo infinito,
    y, ante mis versos oír
    a cada uno decir:
    “eso lo hubiera yo escrito
    si yo supiera escribir.”

    Quiero hacer bien en mi vida,
    para sentir en mi pecho
    esa dulzura escondida
    que engendra la indefinida
    satisfacción del bien hecho.

    Que es verdad que, aunque hay quien
    nunca logrará entenderlo,
    hay un goce en hacer bien
    por solo el goce de hacerlo.

    Y es que al que siembra este suelo
    de rosales de poesía,
    de esperanzas, de alegría,
    de fortaleza y consuelo;
    y el que le da a sus hermanos
    rosas de consejos sanos
    y palabras bondadosas…
    ¡Le queda siempre en las manos
    algún perfume de rosas!

    Siento en mi pecho bullir
    ansias de amar con fervor…
    ¡Que quien no derrocha amor
    no sabe lo que es vivir!

    Compartir quiero mis días
    con otras almas hermanas
    y partir mis alegrías
    que, en lo que tienen de humanas,
    tan suyas son como mías:

    Abrir a todos mis brazos
    y consolar sus pesares,
    y, entre rimas y cantares
    darles la vida a pedazos.
    Y, al fin, rendido quisiera
    poder decir cuando muera:
    Señor, yo no traigo nada
    de cuanto tu amor me diera….
    ¡todo lo dejé en la arada
    en tiempos de sementera!


   
 Allí sembré mis ardores,
    vuelve tus ojos allí,
    que allí he dejado unas flores
    de consuelos y de amores…
    ¡y ellas te hablarán de mi!