Esta poesía preciosa escrita por José María Pemán es repetida frecuentemente por nuestra fundadora, Antonia Colado Plaza que tiene, actualmente 88 años. Queremos hacerla nuestra y esperamos, con la Gracia de Dios, poder decir lo mismo que ella al final de nuestra vida:
LECCIÓN DE VIDA
Ya es tiempo de sementera,
y en los surcos de la arada
se escucha ya la totada
que ayer se escuchó en la era.
Que este anhelo de poesía
de mi ser, que no se harta
jamás de luz y armonía
Dios se la dio al alma mía
para que yo la reparta.
Por eso busco los modos
de cantar en mis poesías
pasiones, que siendo mías,
son las pasiones de todos.
Y quisiera conseguir
hacer a todos sentir
un mismo anhelo infinito,
y, ante mis versos oír
a cada uno decir:
“eso lo hubiera yo escrito
si yo supiera escribir.”
Quiero hacer bien en mi vida,
para sentir en mi pecho
esa dulzura escondida
que engendra la indefinida
satisfacción del bien hecho.
Que es verdad que, aunque hay quien
nunca logrará entenderlo,
hay un goce en hacer bien
por solo el goce de hacerlo.
Y es que al que siembra este suelo
de rosales de poesía,
de esperanzas, de alegría,
de fortaleza y consuelo;
y el que le da a sus hermanos
rosas de consejos sanos
y palabras bondadosas…
¡Le queda siempre en las manos
algún perfume de rosas!
Siento en mi pecho bullir
ansias de amar con fervor…
¡Que quien no derrocha amor
no sabe lo que es vivir!
Compartir quiero mis días
con otras almas hermanas
y partir mis alegrías
que, en lo que tienen de humanas,
tan suyas son como mías:
Abrir a todos mis brazos
y consolar sus pesares,
y, entre rimas y cantares
darles la vida a pedazos.
Y, al fin, rendido quisiera
poder decir cuando muera:
Señor, yo no traigo nada
de cuanto tu amor me diera….
¡todo lo dejé en la arada
en tiempos de sementera!
Allí sembré mis ardores,
vuelve tus ojos allí,
que allí he dejado unas flores
de consuelos y de amores…
¡y ellas te hablarán de mi!